La ceremonia del té (cha-no-yu, chado o sado) es un ritual para preparar el té verde (o matcha) que está influenciada por el budismo, y se sirve en un entorno tranquilo a un grupo de invitados. Cha-no-yu (traducido literalmente como Agua caliente para el té) se refiere a una ceremonia individual, y chado o sado (traducido como Camino del té) se refiere al estudio o a la doctrina de la ceremonia del té. La palabra Cha-ji se utiliza para referirse a una ceremonia completa, donde hay una comida (kaiseki), té ligero (usucha) y té espeso (koicha), y se puede extender hasta 4 horas. La persona que realice esta ceremonia tiene que conocer los tipos de té y su producción, aparte del kimono, la caligrafía, los arreglos florales, la cerámica, el incienso… y otras disciplinas y artes tradicionales. Los invitados a esta ceremonia deben saber al menos los gestos, las posturas, las frases que se pronuncian, la forma en que se toma el té y los dulces y la conducta en la sala para asistir a una de ellas. Esta práctica se lleva a cabo para buscar la armonía y es una forma de meditación. Sus principios son: Armonía, Respeto, Pureza y Tranquilidad, como veremos más abajo. Cuando tengamos armonía, respeto y pureza, encontraremos la tranquilidad. Esto se explicará más adelante en la Historia.
HISTORIA
El té se introdujo en Japón durante el siglo IX por monjes budistas que venían de China, donde según se conocía desde hacía milenios. Rápidamente se hizo popular y se cultivó en todo el país. La costumbre de beber el té (como bebida medicinal primero y luego como placer) se extendió por toda China. A comienzos del siglo IX, el autor chino Lu Yu escribió Ch’a Ching que hablaba sobre su cultivo y su preparación. Lu Yu estaba fuertemente ligado al budismo (especialmente por la escuela Chan), que en Japón evolucionó al Zen; y estas ideas tuvieron mucha importancia en el desarrollo de la ceremonia del té en Japón.
En el siglo XII surgió un nuevo tipo de té, el matcha. Es un té verde en polvo que se extrae de la misma planta que el té negro, pero que no se fermenta, y fue consumido en rituales budistas. En el siglo XIII, los Samuráis preparaban y tomaban el matcha y empezó a surgir la ceremonia del té.
La ceremonia del té empezó a crear su propia estética, destacando el Wabi (traducido como Quietud o refinamiento). El Wabi “se caracteriza por la humildad, moderación, simplicidad, naturalidad, profundidad, imperfección, simples objetos y arquitectura, sin adornos y la celebración de la belleza suave que el tiempo y el cuidado imparten a los materiales”.
En el siglo XVI, el té se extendió a todos los niveles de la sociedad japonesa. La figura más conocida y respetada de la ceremonia del té es Sen no Rikyu, que introdujo el ichi-go ichi-e (“Un encuentro, una oportunidad”), que significa que cada encuentro debe ser recordado siempre, ya que no volverá a repetirse. También introdujo enseñanzas para el sado, como la Armonía (wa), Respeto (kei), Pureza (sei) y Tranquilidad (jaku); que son todavía la esencia de la ceremonia del té. El razonamiento es: “Hay que estar en armonía, si no estamos en armonía hay conflicto. Este conflicto hace que le pongamos atención y nos hace perder la felicidad. Si hay armonía, puede haber respeto. Si hay armonía, hay felicidad y así es más fácil respetar. Hay que respetarnos a nosotros mismos y a los demás. Si hay armonía y respeto, puede haber pureza. Pureza de pensamiento y de corazón. La pureza es algo difícil de encontrar en los humanos; porque cuanto más conflictos tengamos, más pensamientos impuros tendremos y por lo tanto no hay respeto. Una vez que haya armonía, respeto y pureza encontraremos la tranquilidad”.
Aquí vemos los distintos utensilios que se utilizan en la ceremonia del té.
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